Este título tan poético da paso a una realidad más pragmática, la droga es el cáncer del cerebro y jugar con sus supuestos efectos placenteros es una apuesta segura hacia la demencia y las enfermedades mentales. El cerebro no conoce la distinción entre drogas blandas y duras ni tampoco entre las que tienen un origen natural o sintético. Los dos tipos producen efectos devastadores que es preciso comunicar de forma contundente a los jóvenes para que sepan realmente de qué estamos hablando cuando renegamos de su consumo.
De momento y mucho me temo que en el mundo que nos toca vivir no existen ni hay una evidencia de que pueda existir dentro de los próximos cincuenta años trasplantes de cerebro y si este es el cordón umbilical que nos conecta a lo que somos, lo que queremos y lo que conocemos debemos poner todo de nuestra parte para evitar el deterioro de las funciones cognitivas,