La curiosidad es la ventana de la creación que se asienta sobre la imaginación. Descubrir en el momento que nos rodea una necesidad es el primer paso, después viene analizar los recursos que son precisos para solventarla y más tarde la aplicación de estos a un entono sobre el que recae el marco de experimentación.
Cuando hemos llegado a este punto el registro de la idea como una patente es un trámite agotador pero compensa este esfuerzo saber que somos los primeros en ponerla en práctica y que nos pertenece como el trabajo que hemos puesto para conseguirla o los estudios que hemos tenido que realizar para poder llegar a ella. Cuando patentamos una idea completamos su contenido aplicándola a un mundo que cada vez tiene que ser más humano, más apto para nuestro bienestar.
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