lunes, 31 de agosto de 2009

Fuengirola


El año pasado comencé a trabajar a tiempo parcial en Fuengirola es decir sólo los lunes porque el resto del tiempo estoy en Madrid. Abrir un local, acondicionarlo, diseñar un ambiente, captar una sensación, capturar un momento para dejarlo sobre el marco de la puerta como una tarjeta de visita es volver a empezar con los achaques de la edad, la experiencia de los errores aprendidos y la responsabilidad que suponen los nuevos cometidos.

Me agrada enfrentarme a retos, desgastarme como las olas del mar sobre la playa mientras construyo castillos que no siempre son de arena. No es fácil y a veces cuesta partirse en dos pero esta es la única manera de multiplicarse, a veces resulta cansado tanto viaje pero compensa cada kilómetro porque en ellos se construye la distancia más corta entre los verdaderos deseos, que no son otros que los que encienden las estrellas cuando la noche es tan cerrada como la de la ignorancia.

jueves, 13 de agosto de 2009

Los libros

Si leer un libro y comprender en el alma del que lo ha escrito las inquietudes que le han motivado para ver la realidad de una manera determinada, para percibir los colores con una intensidad y los sonidos con unos matices es una tarea de silencios que implica un esfuerzo considerable no lo es menos escribirlo.
Cuando nos enfrentamos a un folio en blanco nos enfrentamos a nuestras amnesias, a nuestros miedos y en cierta medida a nuestras frustraciones. En la soledad de un folio en blanco siempre están escritas las palabras que no nos atrevemos a pronunciar, las comas que nunca añadiremos, los puntos suspensivos que guardamos para un después incierto; quizá apartado del quicio de nuestra puerta para no verlo todas las mañanas cuando salimos a un mundo que no siempre nos pertenece, que no siempre es el escenario más adecuado para escribir ni tan siquiera un párrafo.

martes, 11 de agosto de 2009

De exposición y luces


Haciendo acopio de días en estas fechas, me viene a la memoria la primera exposición individual de cuadros que he realizado este año.

Entre luces y pinceles me gusta trabajar con lacabombilla, porque cuando consigo mezclar los colores, la física y la química de los pensamientos toma cuerpo y es, entonces, cuando las mejores ideas se repiensan y cuando los recuerdos fluyen en cascada dando paso a la memoria, el desván escondido donde el yo profundo duerme en el desván de la razón para reaparecer en el escenario de los sueños como si acabara de nacer.

lunes, 10 de agosto de 2009

Los premios



Cuando te conceden un premio hay dos preguntas implícitas una por qué a mí y otra es que me estoy haciendo tan vieja que ya no importa que lo gane. La primera te hace pensar y pasan por la retina las noches sin dormir, las horas sin horario trabajando, las noches unidas a los días aporreando un ordenador, los papeles creciendo en columnas griegas, la agenda engordando páginas sin consuelo y sin piedad.

La segunda te golpea como un gong tibetano porque te hace robar un segundo a lo efímero del tiempo con el convencimiento de que vas demasiado deprisa, de que te deslizas como una serpentina de carnaval hacia la muerte, de que has envejecido lo suficiente para que la envidia no sólo te golpee en el cuerpo y te sacuda la conciencia del alma sino que también te deje al margen de los que son contestados por el dedo acusador de lo ignorantes, de los que no han hecho nada de provecho; ni tan siquiera contemplar el crecimiento de una flor.

sábado, 1 de agosto de 2009

La Universidad

Volver a la Universidad como profesor es retomar la infancia de los conceptos bajo el prisma de los conocimientos.
Cada año pesa como los círculos concéntricos del tronco de un árbol y computa silencios aprendidos con la calculadora de los datos que todavía no hemos manejado y de las experiencias que no hemos tenido.
Cuando lo aprendido se fija en la repetición de los conceptos y en la cara de los estudiantes que los van transformando es el momento en el que nos damos cuenta de que realmente ha valido la pena el tiempo que hemos perdido afianzando pasos en los caminos de la ciencia.
En el hacedor de caminos quedan las huellas de los zapatos pero también los soles que han quemado cada jornada como si cada una de ellas no se estrenara en cada esfuerzo por continuar la siguiente, como si cada una buscara en el viaje un fin, un motivo para seguir caminando.