El año pasado comencé a trabajar a tiempo parcial en Fuengirola es decir sólo los lunes porque el resto del tiempo estoy en Madrid. Abrir un local, acondicionarlo, diseñar un ambiente, captar una sensación, capturar un momento para dejarlo sobre el marco de la puerta como una tarjeta de visita es volver a empezar con los achaques de la edad, la experiencia de los errores aprendidos y la responsabilidad que suponen los nuevos cometidos.
Me agrada enfrentarme a retos, desgastarme como las olas del mar sobre la playa mientras construyo castillos que no siempre son de arena. No es fácil y a veces cuesta partirse en dos pero esta es la única manera de multiplicarse, a veces resulta cansado tanto viaje pero compensa cada kilómetro porque en ellos se construye la distancia más corta entre los verdaderos deseos, que no son otros que los que encienden las estrellas cuando la noche es tan cerrada como la de la ignorancia.